Principios de abril de este año, tan particular. La cuarentena ya se había instalado en la Argentina. Reynaldo entrega un proyecto de trabajo y por unos días eso significa tranquilidad. Pero en ese preciso momento es cuando Mónica, su esposa, se acerca y le muestra la prueba positiva de embarazo. Habían estado hablando de agrandar la familia con la llegada de un hermano o una hermana para Valentina, la primera hija, pero nunca pensaron que sería tan rápido. Fueron semanas de enorme satisfacción hasta la semana 14, cuando se enteraron de que el bebé tenía síndrome de Down. “¿Por qué a nosotros? ¿Qué hicimos mal?”, se preguntaban.
El shock no les impidió ponerse en acción. Pronto buscaron en Internet “síndrome de Down” y se encontraron con ASDRA. Hallaron un mensaje esperanzador y realista. Vital. Y justo horas antes de la recomendación de la obstetra: “Hacemos una punción, despejamos las dudas y luego vemos qué desean hacer”. Los padres tenían clarísimo qué hacer. “No estaba la posibilidad de ‘qué deseamos hacer´. Jamás se nos pasó por la mente la posibilidad de que tuviera un futuro tan corto”.
Los resultados del estudio, que llegaron dos semanas después, despejaron las dudas: era una bebé y tenía trisomía. La obstetra, insistente, fue directa con su pregunta: “¿Qué desean hacer?”. Los padres contestaron: “Lo imposible para que tenga una vida plena y feliz. Darle todo el cariño del mundo. Jugar con ella. Educarla. Ponerse serio cuando sea necesario. Y, sobre todo, acompañarla para que crezca en valores”. Y agregaron: “Y deseamos que un día también se pregunte ‘¿Qué deseo hacer con mi hijo? ´ y responda lo mismo”.
Así, con la firme decisión de recibir con mucha alegría a Lucía, que tenía fecha para llegar a mediados de noviembre, Reynaldo y Mónica se comenzaron a informar más sobre el síndrome de Down. Entraron a diferentes portales especializados y encontraron documentos que les hicieron mucho bien. Y también se contactaron con ASDRA, donde encontraron contención y cercanía.
Lucía nació. Muy bien. ¡Hoy ya están todos juntos en casa! Mamá y papá disfrutan de ella, ¡tanto como su hermana Valentina!
El Año Nuevo implica, de alguna manera, el “nacimiento” a una nueva etapa. Se renuevan las esperanzas. La historia de esta familia es, sin dudas, valga la redundancia, ¡una historia de esperanza!