Educación inclusiva: la evolución del ejercicio de un derecho

Por: Gustavo Martín.

No hace tanto tiempo la elección de un colegio o escuela común para nuestros hijos con síndrome de Down dependía de cuántos establecimientos los padres habían recorrido y si al final del día alguno tenía el interés de tener una primera experiencia inclusiva. Siempre que se viviera en una ciudad que tuviera alguna oportunidad de hacer la recorrida.

En todo caso, si se lograba pasar el “no estamos preparados”, “necesita atención especial”, “no va a poder soportar el ritmo”, “no hay más vacante” y otros “no” muy arraigados, recién ahí la familia, los apoyos y la comunidad educativa se adentraban a algo totalmente parecido a una aventura.

Todo un desafío y una catarata de nuevas experiencias, la mayoría de las veces con temas que todavía no se conocían, con docentes con su primer alumno con discapacidad intelectual, que tenían muy poca o ninguna preparación y mucho coraje y oficio, con compañeritos mostrando reacciones positivas increíbles para los mayores, con numerosos tropiezos, con idas y vueltas, también con algunos fracasos muy seguramente debido a la inexperiencia y el desconocimiento de la comunidad educativa. Pero en fin, a los ponchazos cada año se iba aprendiendo algo nuevo y empezaban a temblar mitos fuertemente enraizados.

Desde ASDRA siempre se propuso como meta que la educación fuera inclusiva en todos los niveles. Se mantuvo un mensaje inclusivo y una lucha constante para que los niños fueran a la escuela común, aunque también se respetan los caminos elegidos por los padres para la educación de sus hijos; no es intención juzgar decisiones ni sus razones.

La promulgación de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad fue una herramienta magnífica, con su artículo 24 y con su aprobación mediante la ley Nº 26.378. Ayudó a ir concretando la idea de los derechos que tenía todo niño con discapacidad en cuanto a su educación. Tanto es así que ASDRA funda con otras asociaciones el Grupo Artículo 24, del que participa en forma continua. Dicho grupo de más de 150 asociaciones es el encargado desde la sociedad civil en incidir en las políticas públicas y normativas referentes a educación.

No podemos decir que hoy la Educación Inclusiva sea satisfactoria, ni que esté completa. Sabemos que llevará tiempos que querríamos acortar, que llevan su proceso de maduración y de implementación. Pero debemos ver los aspectos positivos y los grandes pasos que se han logrado en base al trabajo y la constancia de no bajar los brazos de parte de las organizaciones de la sociedad civil y sobre todo de las familias que hacen enormes esfuerzos en la concientización y en la concreción de derechos para que sean una realidad.

Desde ámbitos oficiales nuevos instrumentos se han ido sumando en estos últimos tiempos: leyes, normas, resoluciones tal como la resolución CFE 311/16 del Consejo Federal de Educación, que realiza avances notables y que, entre otras cuestiones, deja atrás lo que ilustrábamos al principio sobre la búsqueda de establecimiento educativo prohibiendo la no inscripción por motivos de discapacidad. O la obligatoriedad de emitir título oficial, etc… Son adelantos que están cambiando paradigmas.

Asimismo, se notan cambios en la preparación y capacitación de profesionales de la educación. Sin ir más lejos un docente de hoy puede acceder a capacitación específica pues muchas organizaciones (ej. Art.24) ofrecen cursos, jornadas y seminarios. Universidades e Institutos Terciarios dictan postítulos y maestrías de la temática. Alumnos de profesorados actuales ya cuentan con materias que abordan la discapacidad y la educación inclusiva como parte de la currícula.

¿Es suficiente? En realidad es un camino que recién comienza. La normativa presenta falencias, pero brinda la posibilidad de ir aportando mejoras. En general toda la Educación está siendo cuestionada, revisada, reformulada y se requieren muchos cambios más. La Educación Inclusiva con sus nuevas experiencias seguramente se tomará un mayor tiempo en lograr casuística, estadísticas y más resultados, pero hay mucho por hacer: mejorar, documentar e investigar para que estos primeros pasos sean un caminar fluido hacia una enseñanza universal y que mejore a las personas y sociedades futuras.

El conjunto de la sociedad está cambiando también y va aceptando la diversidad y la diferencia como un valor. En esto ASDRA tiene todo que ver, siempre estará para mostrarlo.

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