Por Luis G. BULIT GOÑI
En épocas de elecciones, en todos nuestros países, se vuelven virales los mensajes a través de las redes mediante los cuales se recuerda que las personas con discapacidad tienen el derecho a emitir su voto, a elegir como cualquier ciudadano quién habrá de gobernarnos.
Y por si cupiera alguna duda se trata de un derecho que, ahora, a partir de la existencia de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad formando parte de nuestra propia Constitución Nacional, no puede ser desconocido.
Pero no me quiere centrar en el derecho a “emitir” el voto como el hecho de ir al centro electoral y colocar la boleta en la urna o usar el voto electrónico. Me quiero referir al derecho a ELEGIR.
Elegir implica tomar una decisión sobre mis preferencias respecto distintas alternativas. A elegir se aprende, desde pequeños, con opciones y decisiones simples tales como qué cómo, qué ropa me pongo, a qué juego, qué programa de TV veo…
Quizás, con nuestros hijos con discapacidad ese proceso de aprendizaje requiera de mayores apoyos y sí, por supuesto, mayor dosis de paciencia.
Ahora bien, para el ejercicio de los derechos políticos que se expresan a través del voto en las elecciones, la “capacidad” de elegir es mucho más seria porque el acto de decir es más “serio” que la simple combinación de colores de mi ropa. Y para ese momento, nuestros hijos deben haber sido educados en la toma de decisiones complejas.
Tomar decisiones implica un sinnúmero de cuestiones que, en este proceso de ser padres y acompañar el crecimiento y desarrollo de nuestros hijos, no podemos olvidar.
Lo primero que debemos tener siempre presente es que para que nuestros hijos puedan tomar decisiones plenamente libres, es necesario que cuenten (y nosotros, de ser necesario, les brindemos) con información, veraz, actualizada y que no sea tendenciosa.
En segundo lugar hay que tener presente que muchas veces, la “tentación” de manipular la información o de incidir en la toma de decisiones de nuestro hijos, está allí presente lo advirtamos o no. Hemos de cuidarnos mucho de imponer nuestras propias preferencias. Estas conductas implican no sólo una falta de respeto a la dignidad de nuestros hijos, sino una violación a sus derechos.
Así como debemos ser honestos al ayudarlos a buscar la información para poder decidir, hemos de ser honestos a la hora de ayudarlos –si fuere necesario- a elaborar esa información.
Una sociedad democrática y asentada en valores republicanos, requiere de ciudadanos libres, dignos, responsables. Y es nuestra obligación como padres, familiares, amigos, profesionales de personas con discapacidad intelectual, contribuir a que esos derechos ciudadanos les sean respetados en todas las circunstancias de la vida. Aunque no nos gusten las decisiones que tomen. Si no los respetamos, no los valoramos como individuos.
Recuerden. El derecho al voto no es sólo colocar la boleta en el sobre y la urna, es ELEGIR, que sólo se elige en LIBERTAD y que sólo hay libertad cuando hay respeto a la DIGNIDAD del ser humano.